Lo que creí ser
Desde pequeña creía ser una persona tímida, y puede que en verdad lo era. Siempre fui la niña que lloraba porque no quería ir a la escuela, a la que señalaban de ruidosa, a la que le hacían bullying.
Durante ese tiempo, siempre buscaba una oportunidad para esconderme: faltaba a la escuela, no participaba en clase y no hablaba en ella. Era callada, reservada, yo era tímida y, gracias a eso, fui testigo de cómo recibía etiqueta tras etiqueta, etiquetas que quedaron marcadas en mi piel.
Una de esas etiquetas vino de una profesora. Recuerdo todo el lugar, la hora y el momento en que ella solo abrió su boca, movió sus labios y le dijo a una niña "antipática", solo por no querer participar en un baile escolar. En mi mente está grabado cómo lo dijo, la expresión que hizo y su tono de voz, y como esa, tenía mil más: "eres muy tímida", "eres muda", "¿por qué no hablas?", "deja de ser tan llorona".
Y todo eso me llevó a creerlo, llevó a acapararlo en mi mente. Cada vez que me preguntaba quién era, no respondía yo, sino las etiquetas que estaban en mí, y solo respondía lo siguiente: "soy muy tímida", "soy sensible y a veces muy ruidosa", "soy muy insegura". Soy... Soy... Respondía eso y nunca era yo verdaderamente. Sí, puede que sea un poco tímida o también sensible, pero hay algo más en mí que eso. Yo no soy una etiqueta que la gente me pone, yo soy algo más, tengo algo más que ofrecer, y eso lo entendí hace poco.
Lo que verdaderamente soy
Crecí y poco a poco me di cuenta de que esas etiquetas no me definían. Sé que para algunos la secundaria es la peor etapa, y la verdad, todavía estoy en ella y no soy capaz de cambiar ese concepto que le tienen, pero algo que puedo decir de ella es que me ayudó a abrirme. Puede que no sea la chica más sociable, pero hablo... Y sé que para algunos es algo ordinario hacerlo, pero para mí significa todo: el poder pronunciar una palabra sin tartamudear es un logro.
Estoy conociendo personas y, gracias a todo lo vivido en el pasado, cada vez que conozco a alguien y tengo la oportunidad, le pregunto qué piensan de mí, y todos me han dicho que soy luz... Sí, luz. Dicen que soy demasiado amable y brillo como un amanecer. Una compañera de clase me miró a los ojos y me dijo lo siguiente: "quién podría hablar mal de ti, si eres como un pancito". Cuando escuché eso, mi corazón comenzó a latir de una forma más rápida, mi barriga se llenó de mariposas y la niña en mí estaba saltando de felicidad. Ella no creía que alguien le podría llegar a decir eso, que alguien fuera capaz de mirarla a los ojos y decirle algo que no le afectara en el futuro.
Miro cada día al cielo y lo único que puedo decir es gracias, y puede que tenga problemas, porque sí los tengo, pero cada día estoy luchando contra ellos.
Consejo de todo esto: no permitan que unas etiquetas que la sociedad les impuso los definan, piensen y recuerden que tienen algo más que dar, que ninguna opinión ajena los define, confíen.